Los mortales nos tiene que valer con
tener dioses que tocan como dios y que sean capaces de
iluminarnos con una buena composición, y sentirnos por
ello muy honrados y agradecidos. Y vaya si Chris Kase lo
logra. Un trabajo bellísimo de principio a fin que
deslumbra por su contenida pasión. Donde las filigranas
interpretativas fluyen en “sotto voce” y no son sino un
rendidísimo reflejo de una tradición con mucha, mucha
solera.
© Gernot Dudda, disco del día Efe Eme (5/12) Hablo por intuición si digo que este
es el disco más redondo de la trayectoria del
estadounidense. Lo sea o sólo jueguen las emociones del
presente en ello, este disco es una de esas (poco
frecuentes) grabaciones que rompen la lógica impuesta
ahora de picoteo musical. Aquí es necesario
(recomendable, tal vez) sumirse de principio a fin en la
hora de grabación que suman los nueve temas de su propia
autoría. Son muchas las sutilezas como para reducirlo
todo a un pasar liviano. Hay densidad y hay una labor
colectiva plausible, bien cohesionado el sexteto. La
música exige - contra la lógica que pueda sugerir la
serenidad global - la acción continua de los seis, que
toman y retoman y que tienen la habilidad de entrar en
la frecuencia tímbrica y emocional que propone.
© Carlos Pérez Cruz, El Club de Jazz (4/12) |
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Six muestra una identidad redirigida a composiciones tal
vez más pausadas, melancólicas, donde los cambios
estructurales combinados con los solos y las distintas
voces de los vientos, le otorgan a la atmósfera del
trabajo una belleza que pivota entre lo clásico y el
jazz, pero siempre abierta. En el centro de esa libertad
se encuentran temas como Magic Five o Epic Ballad, finas
tarjetas de presentación del disco y de sus solistas.
Versátil y a la vez afincado en la tradición de un jazz
preciosista, igual de elegante que virtuoso, Six es un
disco admirable, de esos que nunca terminan. Obviamente,
para escuchar más de seis veces.
Marcos Maggi, © Cuadernos de Jazz (6/12) |