Quinto disco como líder del
trompetista norteamericano (pero afincado en Madrid
desde hace más de una década) Chris Kase, en donde
demuestra ese toque redondo, cálido y suave del que ha
hecho su imagen de marca.
El disco lo componen once canciones, de las cuales diez
están firmadas por el propio Kase y la única excepción
es "Scarborough Fair", obra que popularizaron Simon&Garfunkel
pero que en realidad es una una canción medieval
inglesa. El disco fue grabado hace un par de años y las
composiciones recorren un amplio espectro temporal, pues
están fechadas entre 1989 (“Esperanto”, “For a Weill”) y
el 2006 (caso de “A Life in Silence” y de la
introducción que con el bajo eléctrico hace a
“Scarborough Fair”).
Kase, se ha inspirado para sus composiciones tanto en
músicos de jazz como son Dave Douglas, Ornette Coileman
y Jaco Pastorius; como en compositores clásicos del tipo
de Kurt Weill (“For a Weill”) pasando por las músicas
populares o los estándares del jazz, como es el caso de
“Estelar” que está basado en la armonía de “Stella by
Starlight” de Victor Young.
Un disco introspectivo, tranquilo, por momentos desnudo,
donde los tiempos medios y lentos son los protagonistas
de todo el álbum.
© Jota Punto, distritojazz.com La calidad de los músicos implicados garantiza
el éxito de esa empresa, pero es en el corte homónimo
donde respire el mejor espíritu creativo del disco y la
interpretación más emotiva de Kase quien, como
acostumbra, deslumbra por su fraseo limpio, técnico y
clásico, pero también por su lírica (For a Weill es un
buen exemplo).
© Quinito L. Mourelle, Cuadernos de Jazz *
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Chris Kase es un lujo como
trompetista en un país que durante años ha carecido de
representantes de primera fila de este instrumento en
Jazz. Es un trompetista con una sonoridad redonda,
cálida, casi hasta hacer confundir al oído cuándo es
trompeta y cuándo es fliscorno lo que suena (o corneta,
que en este disco la interpreta en el tema que da título
al disco). Su sonido es amable, nunca agresivo, y se
mueve con gran soltura en un amplio registro. Pero sobre
todo me llama la atención esa forma tan característica
suya de frasear en la que las notas parecen arrastrarse
unas hacia las otras, como si dejaran tras de sí una
pesada estela pero a la vez fueran muy ligeras.
Su disciplina como instrumentista es paralela a su
disciplina como compositor. Dice que puede presentar
composiciones propias en sus discos gracias a que
escribe otras tantas que nunca será posible escuchar. Es
decir, prueba y prueba hasta encontrar algo que decir.
Eso ya nos da una pista sobre la naturaleza de sus
temas. Son desde luego pensados, trabajados, no meras
excusas de improvisador aunque su función principal sea
la de permitir improvisar. Quizá no sea tan importante
en su forma de escribir la creación de una melodía
distinguible y cantable como la capacidad de crear un
clima, una sonoridad que determina de principio a fin la
expresión de la música. Así los solistas pueden
expresarse personalmente pero siempre hipnotizados por
la telaraña sonora de Chris Kase. Y esto es una virtud
cuando muchas veces lo que escuchamos son solos que se
suceden y parecen independientes unos de otros y de la
música que los une. En la música de Chris hay una unidad
y una coherencia admirables.
© Carlos Pérez Cruz elclubdejazz.com |